Imke y Elise están muy ocupadas en el rincón de juegos. Imke tiene a su lado un maletín de médico y, a su alrededor, tiene a varios peluches, echados, sentados y de pie. "Ahora le toca al conejo", dice Imke a la vez que coge en brazos al animalito gris. "A ver, conejito, tenemos que examinar tus oídos", dice Imke y le entrega el peluche a Elise. "Me tienes que sujetar bien al conejo, eres la ayudante de la veterinaria. Voy a coger mis instrumentos y podemos empezar."
En ese momento, se acercan Lilli y Mali a las niñas. "¿Qué estáis haciendo con los animales?" pregunta Mali. "Yo soy la veterinaria y me ocupo de todos estos pacientes. Algunos animales están muy enfermos y tenemos mucho trabajo. ¿Queréis jugar con nosotros?" pregunta Imke. "¡Sí, sí!" gritan Lilli y Mali y se sientan junto a Imke y Elise.
"Entonces yo también soy veterinaria y vosotras dos sois nuestras ayudantes", dice Elise. Le da el conejo de peluche a Mali y coge un perro. "Mira, Lilli, el perro se ha retorcido la pta", le explica Elise a su amiga, "tenemos que tratarlo. ¿Le puedes poner un vendaje bien gordo alrededor de la pata?" Lilli asiente con la cabeza y coge un rollo de vendas del maletín de médico.
"¿Cómo es que sabéis tanto de animales?", pregunta Lilli a Imke y Elise. "Es que tenemos un perro en casa", le explica Elise. "Se llama Lucky y tiene un pelo blanco muy suave con manchas negras y marrones. Le quiero mucho y acompaña muchas veces a mi padre en su trabajo como guarda forestal en el bosque." "Pero cuando fuimos de excursión al bosque en otoño, no vino con nosotros", dice Lilli. "Es verdad", dice Elise, "en otoño, Lucky se hizo daño en la pata y no pudo venir. Por eso sé que los perros necesitan un vendaje. Llevamos a Lucky al veterinario para que le curaran." Entonces comprueba el vendaje que le ha puesto Lilli en la pata al perro de peluche.
"Nosotros también tuvimos que ir ayer al veterinario“, cuenta Imke. Mali la mira asustada: "¿Por qué? ¿Están enfermos Muckel y Stupsi?". Son los conejos de Imke. "Bueno, es que antes de ayer empezaron a estornudar de repente. Por eso los llevamos ayer al veterinario. Cuando los conejos estornudan, pueden tener un resfriado o el moquillo. Y el moquillo de los conejos es peligroso", cuenta Imke. "El veterinario los examinó bien y los auscultó. Después les puso a los dos una inyección y el veterinario nos dijo que les teníamos que poner un cojín de calor en la jaula. Por suerte les vino bien y Muckel y Stupsi ya estaban mucho mejor esta mañana". Mali, Elise y Lilli se alegraron mucho de que estuvieran mejor. Las tres ya han estado en casa de Imke y conocen muy bien a los dos conejitos.